domingo, 15 de junio de 2014

¿SE PUEDE MEDIR EL APRENDIZAJE?

Estamos acostumbrados desde hace muchísimos años a un sistema educativo basado en la calificación de los alumnos a través de un examen, ya que de esta manera evaluamos objetivamente a éstos para que no se cometa ninguna injusticia, pero… realmente ¿este método de evaluación es objetivo?

Se define examen o prueba de evaluación como prueba en la que se mide el nivel de conocimientos, aptitudes, habilidades o de unas capacidades físicas determinadas. Se usa como herramienta para determinar la idoneidad de alguien para la realización de una actividad o el aprovechamiento de unos estudios.
Pero, ¿De verdad mide las aptitudes, habilidades o capacidades físicas de una persona?
La respuesta es que no. Para que tengan un mínimo de rigor y sean objetivas, habría que hacer una evaluación continua de los conocimientos adquiridos por los alumnos,  evaluando atendiendo al procedimiento intelectual seguido, las habilidades y los valores entre otros, pero esto resulta una misión imposible, ya que se carece de tiempo por parte de los profesores debido a las numerosas reuniones, correcciones de trabajos y la cantidad de alumnos por aula. La nota de un examen no refleja lo que hemos aprendido, lo que determina es que un alumno en ese momento concreto ha sabido contestar a unas preguntas seleccionados, valorando así la memorización.

Otro gran error que vemos como “normal” es que para aprender tiene que existir la calificación, y esto no es cierto, lo único que se consigue con la calificación es que con su carácter sancionador perjudique a la enseñanza y por tanto al aprendizaje, ya que el único fin para los alumnos es aprenderse todo de memoria para después soltarlo en un examen e intentar sacar la máxima nota final.

Estamos de acuerdo con la opinión de Paco Espadas, la calificación afecta negativamente a la enseñanza y el aprendizaje ya que el alumnado aprende que sus actuaciones están sometidas a un juicio del que depende su futuro. Además, si utilizamos, como la mayoría de los profesores hoy en día, los exámenes como método de coacción con el fin de que los alumnos memoricen como mulos y escupan como hienas,lo único que conseguiremos es desmotivación, desinterés.
Si ya de por sí a la mayoría de los niños no les gusta el colegio, con exámenes obligatorios y mensuales van a tener muchas más ganas de ir. Claro que sí.

Ya lo dice dice Fernando García Gutiérrez,  evaluar a una persona con un 4,73, o cualquier otro numerito es pardiez. Evaluar sólo la memoria, una ordinariez.
El alumno o la alumna que suspende un examen no tiene porqué saber menos que uno que saque una buena nota, puede ser que tuviese un mal día o muchas situaciones que pueden suceder, por ello se debe hacer un seguimiento de su aprendizaje mediante actividades y comprobar que ha cumplido los objetivos y las competencias.


Entonces nos preguntamos una vez más, ¿Se puede medir el aprendizaje? Pensamos que es muy difícil medirlo pero en nuestras manos está hacerlo de la manera más justa e igualitaria posible. Pero claro lo más justo sería eliminar los exámenes del mundo educativo pues sólo tiene como fin clasificar.Paco espadas bien lo dice, las calificaciones no atienden al sistema educativo, no se adecuan a la educación ni mucho menos. Lo único que si que hacen es clasificar, poner nota a las personas y relacionarlas con un grupo determinado: torpes, vagos, listos... seleccionar aquellas personas capaces de realizar una tarea eliminando a aquellas otras que no estarían lo suficientemente capacitadas para llevarla a cabo. Mano de obra capaz de dirigir y encomendar misiones a otra mano de obra. Eso es para lo que realmente sirve una nota, para la vida laboral, porque desde luego en el ámbito educativo, poco muestra.
Y es que parece ser que la palabra injusticia está impregnada en el sistema educativo, pues si ya son injustos los exámenes y notas, también lo es el hecho de estar obligados a examinar.
Claro está que no vamos a venir nosotros ,alumnos de Primaria, a poner patas arriba las normas a las que los profesores estamos dados, pero si son tan estrictos para algunas cosas que también lo sean para otras.
Es decir, si nos negamos a poner exámenes nos quedaría un asalto en clase. Sin embargo, un profesor que no aparece en clase por “motivos personales”, “enfermedades”, un profesor que,ni mucho menos, se preocupa por sus alumnos, seguramente no se le imponga ninguna sanción.
Cuando hablamos de exámenes, si que les conviene.
Por ello, partiendo de que siempre estaremos clasificados, dados a un grupo determinado, si ponemos un número al “aprendizaje” del alumno,al menos que se haga usando la evaluación continua. El problema está en que examen y evaluación continua, son dos términos completamente incompatibles.

Deberíamos usar la evaluación como método para corregir y mejorar, para concienciarnos de lo que realmente los alumnos están aprendiendo y por lo contrario, de lo que les cuesta más trabajo para  intentar buscar otros métodos, estrategias con el fin de que comprendan y,finalmente, aprendan.  
Y es que si algo claro tenemos como estudiantes y futuros maestros, es que el tiempo es oro y no queremos despediciarlo.


















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